Ya sabéis mi predilección por el color azul. Si tuviera que deciros cuál es mi segundo color en cuestiones de decoración, el amarillo se lleva todas las papeletas. Es un color que me transmite mucha energía, luz y sobre todo junto con el azul, crea esa fusión sol y mar con la que tanto me identifico.
Hoy os propongo un espacio con unos techos y paredes con relieves de escayola y con unas bases muy neutras en tonos beiges para que el protagonismo se lo lleve el amarillo manifestándose en textiles, flores y elementos decorativos.
Un sofá enfundado con una tela natural sobre el que se colocan multitud de cojines de distintos estampados y texturas en tonos dorados/amarillos. Es importante apuntar que el hecho de que la abundancia de luz esté presente en el salón, permite maximizar los efectos que el amarillo puede llegar a causar.
Frente al sofá, dos mesillas doradas de diferente altura y decoradas con varios frascos de vidrio con flores amarillas y blancas que causan un efecto calmante y muy agradable.
Para aportar calidez al salón, se ha colocado una fabulosa alfombra de pelo corto con un estampado muy sutíl en varios colores que no desentonan con el conjunto.
No podía faltar la madera en un espacio donde «lo natural» se manifiesta en estado puro decorada con flores similares a las que encontramos en las mesillas de centro. De nuevo el dorado hace acto de presencia en un portavelas de cristal cuadrado y en el marco de un majestuoso espejo colocado sobre la misma.
Para comentar debe estar registrado.